
Title | : | Memorias de un hijueputa (Spanish Edition) |
Author | : | |
Rating | : | |
ISBN | : | 958549647X |
ISBN-10 | : | 9789585496477 |
Language | : | Spanish; Castilian |
Format Type | : | Kindle Edition |
Number of Pages | : | 184 |
Publication | : | First published April 1, 2019 |
El memorialista loco de este libro sostiene que la democracia es el pernicioso sistema electoral de unos corruptos que van tras el botín del poder, pero que le permite por lo menos al ciudadano escoger entre el malo y el peor; que las patrias solo traen guerras; que las religiones han impedido el surgimiento de la moral y que por eso siguen existiendo los mataderos y nos seguimos comiendo a los animales; y que entre patrias y religiones han logrado que hoy por hoy estemos en un mundo embotellado y atestado pero eso sí, muy bien sobre un arsenal nuclear. Tesis que el lector sensato rechazará como despropósitos, pero que le harán gracia dada la forma tan disparatada en que se han planteado.
Convertido en el más poderoso señor del país por un golpe militar que lo catapulta al mando supremo, le rebaja una buena parte de su población con una serie de happenings, como él los llama, dirigidos al fin que él considera el más liberar a su patria, la empecinada Colombia, de sí misma.
De las memorias que escribió al abandonar el poder por su propia voluntad y cansancio, no quedó más que un legajo de papeluchos inconexos que le dejó a su sobrina, una editora de libros pornográficos y libertarios que medio los ordenó y les puso título.
Memorias de un hijueputa (Spanish Edition) Reviews
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Tras el éxito de La Virgen de los sicarios, Vallejo nunca tuvo la necesidad de explorar su propia voz.
Desde un punto cómodo y seguro se recicla, repite y autoplagia, y quien haya leído, por ejemplo, Casablanca la bella, Mi hermano el alcalde y ¡Llegaron! (Tres obras cuya lectura aún conservo fresca), se podrá dar cuenta de párrafos calcados no solo entre libros, sino dentro de ellos.
Esa fue la sensación que me dejó Memorias de un hijueputa, la de ser un libro prescindible, innecesario, uno más para la pila de improperios.
No puedo creer que, en pleno 2019, Fernando Vallejo siga despotricando contra Juan Pablo II, tal y como lo ha hecho en sus obras pasadas. Puedo creer, eso sí, que se riegue contra Samper, Pastrana y Gaviria, pero me pregunto si no hay elementos de nuestra condición presente (condición de país) que merezcan un examen crítico sin pelos en la lengua, el examen que tanto hemos aplaudido en este autor.
Por lo demás, algunos momentos de risa y un par de frases valiosas salvan a esta obra del olvido absoluto.
Para alguien que no ha leído a Fernando Vallejo, este libro servirá como referencia de toda su obra desde La Virgen, pero para quien está habituado a su obra y sigue cometiendo el error de esperar algo, es una pérdida de tiempo y dinero.
Hoy en día Fernando Vallejo es poco más que un fenómeno editorial y de masas. Su voz regresa cada vez más disminuida, como un eco. Queda poco escritor y muy poca literatura. -
En determinado punto la lectura se tornó un poco tediosa y aburrida. Me quedo con la ilusión de que algún día fusilen al hijueputa de Uribe.
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“¿Pero sí te gustó ‘Memorias de un hijueputa’”? –me han preguntado–. “¿O sea, es realmente bueno? ¿Vale la pena leerlo?”; “¿No está ya Vallejo muy gagá?”; “¿No es su rollo de siempre?”; “¿Sí valió la pena ponerlo en la portada de la revista?”.
Vallejo hoy está lúcido y es consciente del mundo, el tiempo y el país al que volvió, y eso se lee en este libro. Ser viejo no es estar loco.
Por otra parte, Vallejo es Vallejo, y todo aquel que lo admire reconocerá las razones de esa admiración también en este libro, que no es solo un retorno, también es una despedida, un cierre y un anuncio.
No es gratuito que sean memorias. Tampoco que se repita. Y tampoco que el tema sea la Colombia politiquera. Vallejo mira el país –que es toda su obra– que acogerá sus últimos libros, y que le ha dado la vuelta al bobo mientras él ha estado escribiendo. Por eso este libro también es un retorno de lo mismo –reviven Santa Anita, Casablanca, sus padres y abuelos, su infancia, Roma, el cine y el sexo, la Iglesia y las críticas de siempre–, que se mezcla con lo que hay, con el barrizal en el que estamos hoy. “Y todo esto, ¿para qué?”.
La figura del reloj es recurrente. Vallejo anuncia que el tiempo se le acaba; que la Muerte –la escribe así, con mayúscula– se acerca, que está perdiendo sus recuerdos, la memoria: la materia de su escritura. Su poética se está cerrando. Y mientras tanto Colombia se desmorona.
No puede parecerme más hermosa y más trágica esa coincidencia; el paralelismo de esas dos caídas. Este libro solo sería insulso e intrascendente si fuera otra la Colombia que lo recibe; si “su” Colombia no fuera Colombia.
Le quedan un par de libros más –nos dijo–, pero este empieza a ser su despedida.
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“Estoy hablándome, interpelándome, diciéndome mis últimas razones y dándome mis últimos consejos: repárate, afortunado, para dormir en paz el sueño eterno y descansar del dolor del mundo.
Esta mañana encontré mi naranjo hecho un esqueleto, con sus hojas negras de smog regadas por el suelo, y por la tarde el viejo reloj de Santa Anita se desprendió del muro. Dio contra el embaldosado amarillo de Casablanca y contra él se desparramó su engranaje: rueditas, tornillitos, tuerquitas, alambritos, todo pequeñito pero de una gran ambicioncita porque con esa humilde quincallería mi contador de horas iluso pretendía apresar el Tiempo. De haberme quedado lágrimas me habría puesto a llorar por él. ¡Pero qué! Tenía los lagrimales de dar grima como los tesoros de Colombia y las ramas del naranjo, secos de llorar por tanto muerto.
––Te veía venir, muerte dañina y puta, sabía que los ibas a matar para seguirte conmigo. Contestá, Parca estúpida, que te estoy hablando. ¿O estás muerta también?
Una bandada de loros pasa sobre el patio del naranjo camino al Jardín Botánico donde duermen. Vienen del pasado, los miro desde su presente, se van hacia su futuro, que no compartirán conmigo. El día se va apagando y la noche va cayendo sobre mí y sobre ella, Colombia la miserable”. -
En Colombia no hay más esterilizada que ella misma, a la que, como con un cauterio, entre periodistas y políticos, la iglesia y la FIFA, le esterilizaron el alma.»
La primera vez que lees a Fernando Vallejo (Y asumo que casi todos llegamos a él con la Puta de Babilonia), se hace demasiado claro y admirable, aun con sus excentricidades. La segunda vez se hace agradable y amena su lectura, tan revolucionaria, iconoclástica y crítica con el establecimiento. Intentando no dejar títere con cabeza. Pero a partir de ahí, se vuelve repetitivo, y su humor negro termina llegando al lector en forma de rencor exacerbado.
Fernando Vallejo es un gran escritor, no cabe duda, pero sus fantasmas personales terminan convirtiendo sus obras en un enorme monologo que una y otra vez se repiten, que una y otra vez te sientes leyendo la misma obra. Creo que no volveré a leer al autor salvo una recomendación demasiado especial y especifica. Se pierde la novedad, se pierde el picante, y se pierde el encanto de su heterodoxa literatura. -
¡uno de los peores libros que me leído en mi vida! No es más que una repetidera de su libro "la puta de Babilia" donde vuelve a trillar su ateismo, su cuestionamiento a la reproducción de los pobres, su homosexualidad, por momentos pensé que Fernando Vallejo ha perdido la chaveta, un libro con incoherencias, sin sentido. Fernando Vallejo un tipo que renuncio a la nacionalidad, putea a Colombia, sin embargo en sus libros no se desprende de hablar del país. Si bien sus libros "el desbarrancadero" "la virgen de los sicarios" son buenos libros, este es un desastre, y eso que este libro se agoto ligero en todas las librerias, no es más fama de Feria de Libro. Reitero libro absolutamente aburridor y malo
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Casablanca la bella sigue siendo el libro mejor logrado de Fernando Vallejo. Las memorias parecen retazos de los libros anteriores. Siguen vigentes los mismos temas, pero la voz y el estilo no son armónicos, se notan los pedazos...
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En memorias de un hijueputa, Vallejo desempolva su ya referenciado discurso misantrópico en el que deja que su pluma fluya inmisericorde, utilizando el recurso de un álter ego que funge como un mandatario dictador en Colombia. A lo largo de las no más de 200 páginas, la prosa de Fernando enumera todo un prontuario delictivo que, según el personaje de Vallejo, busca enumerar y dejar claridad, a través de un diario, por la lucha que tuvo que pasar para limpiar a la nación del cáncer que provocaron algunos exmandatarios que ultrajaron al territorio con sus acciones. Está última entrega del escritor de El desbarrancadero, no está a la altura, estilisticamente, de sus textos predecesores, pero es un libro que valdría la pena leer para tener vestigios de la condición remota y actual de nuestra política.
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Es una excelente crítica a la realidad colombiana; es un pensamiento que muchas personas compartimos e independientemente de las atrocidades que ocurren en este contra varios iconos que representan vilmente la historia colombiana en su sector político, es un libro acogedor, y llamativo. Vallejo, me sorprende con sus críticas y además con sus sátiras (paso pena en el transporte público riendo de varias sátiras). Más allá de las historias de este dictador, rescató un mensaje, el cual es: encontrar el rumbo de un país que lo necesita con urgencia y tiene todas las capacidades para lograrlo.
Le doy 4 estrellas porque hay momentos en la lectura que uno se pierda es su estructura narrativa. -
(3.7/5.0)
En general un buen libro, es cierto que a veces se hace muy pesado y repetitivo que da susto, pero por lo demás muy bueno; de hecho considero que esta obra se hace más válida y más real en la situación actual del país (2021) que cuando salió (2019) -
Bueno, es el peor libro que he leído este año y yo creo que en toda mi vida.
Su título es muy llamativo, si no fuera por eso, no habría tenido la popularidad que tuvo, es una copia de la puta de Babilonia pero supremamente desorganizado, no tiene un hilo conductor, es una mera oda al odio y al radicalismo en todos los aspectos que se le ocurrieron a Vallejo, la premisa que el libro maneja en la parte de atrás no tiene nada que ver con lo que hay por dentro, se supone que son "retazos" que una sobrina unió, lo cual solo menciona literal en el final, antes parece más una entrevista sin sentido, llena de frases que esperan impactar al lector por lo controversiales que pueden ser y eso es lo más decepcionante, no me causó eso, solo repudio por el hecho de que está basura haya sido tan cotizada en mi país querido.
Otro punto que me dejó un pésimo sabor de boca es que más allá del odio a casi todo, es el que le tiene a las mujeres, es muy turbio ala, la cantidad de castigos y enojo que escribió en esas miserables hojas, además entiendo que es homosexual y me parecía súper contradictorio que haga lo que se le ha condenado a las personas que no pertenecen al colectivo lgbtiq+ y es discriminar a otros por su sexo y orientación sexual, bueno, siendo parte de esa comunidad hace justo eso, reproduce mensajes de odio contra mujeres, heterosexuales, y todo el que no haya pasado por su cama, básicamente.
Dios, no saben cuánto odié este libro, y creo que el aspecto que peor me cayó fue que el autor en su descripción tratara de decir como que espera que el lector esté en contra de todo lo que dice el libro, pero realmente no es su intención porque si así lo fuera, no habría puesto varias realidades y pensamientos políticos muy reproducidos por nuestra sociedad como la corrupción en el ala política, ¿También debo estar en contra de eso para que tenga sentido lo que Vallejo quería vender? Contradicciones, desorden, un montón de rabia y una historia pobre es lo que van a encontrar en estás 186 páginas. -
Al principio es bastante interesante, pero con el pasar de las páginas la lectura se torna bastante lenta y tosca, llegando a abrumar completamente y desear ya su término. En ciertos puntos creí estar leyendo apenas una publicidad para otras obras del mismo autor.
Vallejo se desligó completamente de su nacionalidad colombiana, sin embargo, no deja de hablar de ella por medio de "reflexiones" ponzoñosas (eso, sin contar los centenares de apuntes misóginos que hace a través del narrador y personaje principal). Uno puede sentirse como leyendo lo mismo una y otra vez.
Me quedo con la idea de fusilar a Uribe únicamente. -
La estructura del libro es monótona, al final son las memorias de un viejo esquizofrénico y es difícil que eso tenga un nivel de emoción diferente. Fue insoportable de leer y me tuvo estancado y sin poderlo terminar.
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Está muy lejos de ser una de sus mejores obras, Fernando Vallejo repite su eterna formula furibunda de odio y polémica en un libro que cansa por lo monótono. Si bien hay frases y elementos salvables, prefiero quedarme con la impecable obra que fue La Virgen de los Sicarios.
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El libro debería llamarse "Memorias de un viejito Gaga", cada vez es más preocupante lo senil que se percibe a Vallejo en este libro. Nada nuevo, parece un corte y pegue de algunos de sus libros anteriores.
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No pude terminarlo. Es un buen libro pero tal vez en este momento no es el indicado para mi. Tanto despotricar de lo que ya sabemos está mal me cansa un poco como lectora.
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Es la primera vez que leo algo completo de Vallejo, me gustó su sarcasmo, pero fue una lectura lenta y en algunos casos aburrida.
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Desde hace días estaba intentando compartirles mi opinión sobre este libro pero se me olvidaba.
Hoy le llegó la hora.
Memorias de un hijueputa es el libro más reciente de Fernando Vallejo, publicado en 2019.
Como su nombre lo indica, el contenido de esta historia son las memorias de un hombre que por azar del destino llegó al poder y se convirtió en el máximo dirigente de Colombia.
Aquí empieza a relatar un poco de su vida y cómo fue su gobierno durante los años que estuvo en el poder.
Bien sabida es la ideología e irreverencia que caracterizan a Vallejo, un tipo déspota y de lengua filosa, cualidades que en el pasado llegué a admirar pero que hoy en día cuestiono.
Desde la publicación lo quise de inmediato, quería leerlo y tenía la impresión de que me iba a gustar mucho, pero nada más alejado de la realidad.
En este libro el discurso de Vallejo se torna repetitivo y nada novedoso, con argumentos que intentan hacer una crítica a diversos temas sociales y políticos pero que terminan siendo parte de un discurso forzado de un viejo chocho que intenta mantener una imagen de hombre rebelde defensor de los marginados, papel que ya no le va.
En sus 186 páginas se dedica a relatar la manera en la que el protagonista masacró a políticos, médicos, hombres, mujeres, niños, y todo aquel que considerara inservible para la sociedad.
Es un libro que hiere susceptibilidades, que intenta ser crítico y divertido, pero que al final solo consigue resaltar la necesidad de atención en la que ha caído el autor.
Podría extenderme mucho más diciendo todo aquello que me disgustó, pero instagram no me lo permite, así que solo diré lo siguiente:
Me decepcionó.
Me aburrió.
Me pareció patético. -
El provocador incansable: así conocen en su tierra a Fernando Vallejo, viejo lobo de mar de las letras hispanoamericanas, quien hace poco publicó “Memorias de un hijueputa”, la historia de un demente dictador que doblegó, humilló y asesinó a decenas de personas, que canceló leyes y derechos y que, al final, abandonó el poder, harto, y dejó algunos folios con sus remembranzas.
Lo mejor y lo peor de Vallejo están aquí: el humor negro, la prosa venenosa y puntillosa, la crítica sesuda y certera de los gobiernos, de la Iglesia católica, de la reproducción humana, de las mujeres (el discurso misógino y misántropo permea en cada página), de la Real Academia Española… clásicas injurias vallejas, a las que se suman Odebrecht y los expresidentes colombianos recientes.
Pero, como diría un cronista de Telerrisa, “esta película ya la vi”: los vituperios, el despotricar contra todo y contra todos (menos contra los animales y los homosexuales) empleando los mismos recursos estilísticos de sus anteriores obras sin reinventarse, sin propuestas generosas y novedosas, hacen parecer que esta novela es un refrito de todo el material precedente del colombiano. Tal vez, si fuera la primera obra que se lee de Vallejo, resultaría más llamativa; es obvio que el autor de más de una docena de novelas sabe bien lo que su público lector añora –añoramos–: la irreverencia, la crudeza coloquial… No obstante, todos los que hemos disfrutado de algunos de sus libros previos nos sentimos defraudados. Se nota la extenuación en la pluma de este “incansable” escritor. -
Este libro tiene partes tan provocadoras que debería llamarse Memorias de un Setenta Hijueputa. Fue mi primer encuentro con Vallejo y resultó bien, había intentado, años atrás, con La Puta de Babilonia pero consideré que necesitaba más contexto histórico.
Esta novela, mordaz con agudos toques de humor, nace de la desazón de un escritor que lleva décadas viendo como su país se desmorona. La megalomanía es una consecuencia de la impotencia que produce la imposibilidad de frenar la autodestrucción de la sociedad. Los insultos y señalamientos son un pequeño desquite. Vallejo, aunque no dice nada nuevo, se pronuncia una vez más con esta obra que puede ser desgastante y a la vez divertida. -
En este libro noté a un Vallejo cansado de despotricar contra todos, usual en el estilo de su literatura. Insulta y acaba con todo. Pero de cualquier forma es él, irreverente como ninguno.
¿Por qué hay personas que defienden a Vallejo, sabiendo que es un autor que insulta al lector? Yo creo que dice lúcidamente lo que muchos sienten. La vida es un atropello. Además, el uso de las palabras es superior al hacer juego con las expresiones coloquiales colombianas: al terminar de leer muchos párrafos del texto, es casi imposible no sentir satisfacción. Y es precisamente porque en el insulto, hay un desahogo de un inconforme con la vida (es un mal negocio, de acuerdo a su libro "El desbarrancadero"). -
A Vallejo no lo leía desde La Virgen de los Sicarios. Según quienes sí lo han leído, este es un libro repetitivo de sus anteriores y por ello prescindible. Dentro de la misma obra se nota cierta repetición que llega a hacerlo confuso
En general se me hizo entretenido y en ocasiones chistoso.
Mientras habla con arrojo y sin filtro sobre lo que no le gusta (que viene siendo casi todo) “el Hijueputa” (o sea el protagonista de la historia) sólo hace una excepción para elogiar a alguien: un escritor inteligentísimo, víctima de otro escritor peruano que le robó su apellido. Por supuesto que es el propio Vallejo. Esto se me hizo tremendamente divertido. -
Tiene momentos buenos, tiene momentos que muchos de nosotros estamos completamente de acuerdo con lo que dice pero no más.
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Repetitivo, pesado, nada innovador.
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Me siento tan mal de sentirme tan bien identificado con los pensamientos de este hijueputa.
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Un libro muy en la línea de Vallejo. Como siempre bastante pulido en su estilo pero lejos de la calidad de otros títulos. Lleno de acidez y humor negro, no deja de tener apartes muy buenos, pero por otro lado a veces pierde ritmo y resulta tedioso. Mucho de lo que dice aquí referencia libros pasados que recomendaría leer antes de este o en lugar incluso. Rescato cómo en pequeños apartes la figura literaria del protagonista cede paso al autor. Su sentir, sus miedos, su nostalgia por la vida que pasó y la espera del final de la vida.
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Un tirano derroca al actual presidente de Colombia (Duque, 2018 - 2022) y trabaja junto con su amanuense en sus memorias. A veces, uno como colombiano se identifica con partes del monólogo del tirano, en las frustraciones que nos llegan al cargar esta nacionalidad, el día a día, la DIAN y hasta comprar en el Éxito. La voz del tirano se confunde con la propia y de repente uno empieza a oír la voz misma de Vallejo.
Hubo un detalle que me creó gran curiosidad: El tirano acaba con todos los ex-presidentes de la historia reciente de Colombia, salvo uno, Samper. -
Diario a modo de ensayo por un personaje ficticio creado por Fernando Vallejo, en el cual se plasma una dictadura instaurada en Colombia. Cayendo en lo absurdo, Vallejo hace una crítica tanto a los gobiernos autocráticos y totalitaristas, como a la sociedad y temas como la religión, el medioambientalismo y la historia en general. Una destrucción total para empezar a construir de cero todo. Una crítica a todo lo que gobierna el mundo, el sistema político, el sistema tributario y de salud. Un ataque a todos los medios, los gobiernos y figuras tanto políticas como religiosas.
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Es inevitable no comparar otros libros de Vallejo con este. Deja mucho que desear. Es circular y por momentos se torna tedioso, tiene frases bellas (típico de su escritura) y un humor ácido como siempre. No es de sus mejores libros, se remite a los mismos temas con su acostumbrado estilo caótico pero en muchos apartados no dice nada. Para quienes van a leerlo por primera vez quizá es un acercamiento justo de su obra, pero sin duda me quedo con otros títulos imperdibles como El desbarrancadero.